Valores empresariales

Se equivocan quienes piensan que la Responsabilidad Social Corporativa es una noción nueva, una moda pasajera o un capricho. La práctica, recordó el doctor Antonio Lafuente, antecedió al término, pues ya desde la segunda mitad del siglo XIX hubo hombres de negocios que se preocuparon por sus trabajadores y emprendieron acciones en su favor.

Lo que sí es un hecho, continuó, es que el concepto, acuñado en los 1950, comenzó a debatirse más ampliamente en las dos últimas décadas del siglo pasado y desde entonces es aceptado cada vez más en ámbitos académicos y empresariales.

“Kick off”

El repaso por la historia de la RSC —un recorrido ágil en el que fueron apareciendo nombres propios: Ford, Rockefeller, Keynes, Milton Friedman…—, fue simplemente la patada de salida de un ejercicio “de inteligencia colectiva” propuesto a su auditorio por el investigador español, “una conversación entre todos, una suma de experiencias”.

A lo largo de la evolución histórica de la Responsabilidad Social Corporativa, a la par que ha adquirido relevancia ha provocado también mucha decepción, comentó. “Mucha gente lamenta que hubiera sido utilizada de forma cínica, impostora, como una manera de disfrazar políticas de construcción de marca, de evasión fiscal y cosas de ese tipo”.

Renovación

Tras señalar que actualmente se debate alrededor del mundo si es momento de ir más allá de la Responsabilidad Social Corporativa, Lafuente compartió su idea de que “juntos, desde miradas muy distintas, tenemos que volver a replanteárnosla” y recordó lo que ha venido insistiendo: “La RSC está convertida hoy en el motor de innovación de las grandes empresas”.

Crear relaciones de empatía con sus usuarios se ha convertido en el principal factor no sólo en los productos sino en la propia gobernanza y organización interna de la empresa, prosiguió. Y si antes era solo un departamento el que se encargaba de envolver la marca en un papel de celofán, hoy se ha convertido en una sección estratégica que atraviesa todos los departamentos y que de alguna manera vertebra el conjunto de todas las actividades de la corporación.

“Y esto tiene sentido porque hoy no se concibe a una empresa que no logre crear relaciones de buena vecindad con su entorno, lo que involucra también la propia relación laboral: construir un espacio para que los trabajadores lleguen a sentirse orgullosos de colaborar con una compañía que cuida el medio ambiente, que cuida la vida de su comunidad, que no apunta a la dirección de construir nuevas desigualdades, sino justo lo contrario, que asocia el crecimiento de la empresa con el mejoramiento de su comunidad”.

Esto ha llevado a considerar la RSC como una “licencia para operar”. O sea, una empresa sólo es razonable si logra un triple balance: en el tema medioambiental, en el tema social y en el tema de los beneficios.

¿Y qué piensa la ciudadanía de este concepto? Hay infinidad de estudios en distintos países, dijo, que refieren que más del 60% de los consumidores afirma estar dispuesto a pagar un 10% adicional a cambio de que los empresarios adopten políticas para lograr ese “triple balance”.

Y según otra investigación, 85% preferiría comprar sólo en empresas con políticas de RSC. Esto demuestra, dijo, que la sociedad está dispuesta a colaborar en mejorar el mundo en que estamos viviendo.

A modo de conclusión, advirtió dos últimas cosas. Uno, es tan amplio el concepto —en Google aparecen más de 200.000,000 de páginas distintas de información—, que es imposible definirlo, y dos, la RSC ha estado en constante escrutinio y se le ha acusado de todo.

Mil formas de lo mismo

Son numerosos los ejemplos en los cuales el sector privado está realizando una contribución importante en el tema de la Responsabilidad Social Corporativa, como dejaron ver los empresarios al tomar la palabra para compartir sus dudas, reflexiones, ejemplos prácticos y propuestas.

La globalización, coincidieron, les ha creado nuevos retos en lo relativo a sus obligaciones y responsabilidades con respecto a la sociedad en general, pero de mil y un maneras distintas, señalaron, han aplicado el concepto en sus negocios, cubriendo áreas como derechos humanos, aspectos laborales, cooperación social e incluso corrupción.

“Fue una práctica muy interesante y enriquecedora”, comentó al final Bernardo Cisneros Buenfil, titular de la Secretaría de Investigación, Innovación y Educación Superior. “Tenemos que aprovechar este tipo de mecánicas no sólo para detectar inquietudes sociales a fin de atenderlas a tiempo sino, lo más importante, para saber hacia dónde debemos dirigir nuestros pasos”.— Mario SATURNINO Durán Yabur

MID Lab World Café

El Dr. Antonio Lafuente coordinó ayer un “World Café” en la sede de Coparmex

Proyecto

Fue la última actividad en Mérida del investigador español, quien estuvo en la ciudad para coordinar ejercicios en ruta a la creación de un Laboratorio de Innovación Ciudadana, promovido por una alianza multisectorial.

¿Quién es?

Antonio Lafuente García es investigador del Centro de Ciencias Humanas y Sociales del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) de Madrid.

Cocina cívica

Además de la charla en la USEM y el “World Café”, el Dr. Lafuente encabezó, el sábado, la reunión denominada “cocina cívica”.