A los participantes del XXVI Congreso Mundial de UNIAPAC, Lisboa, 22-24 de noviembre de 2018.

Les ofrezco un cordial saludo a todos ustedes, ejecutivos de negocios y líderes de la vida económica que se han reunido para el XXVI Congreso Mundial de UNIAPAC con el tema de El Negocio como una Vocación Noble. Desde su origen hace ocho décadas, su federación ha buscado adaptar los principios y las pautas de la Doctrina Social Cristiana a términos económicos y financieros en la luz de tiempos cambiantes.

 

El contexto actual de la globalización de la actividad económica y el cambio ha afectado profundamente las perspectivas, las metas y las maneras de hacer negocios. Su decisión de reflejar la vocación y misión de los líderes empresariales es más necesaria y esencial que nunca. En efecto mientras “la intensificación de ritmos de vida y de trabajo… los objetivos de ese cambio veloz y constante no necesariamente se orientan al bien común y a un desarrollo humano” e inclusive pueden causar “deterioro del mundo y de la calidad de vida de gran parte de la humanidad.” (Laudato Si, 18)

 

En estos cambios complejos la fidelidad a su vocación y misión pide mantener un delicado balance ente adoptar la innovación y la producción cada vez más competitiva y ver el progreso de un mayor horizonte del bien común, la dignidad humana y un uso justo de los recursos naturales que se nos han encomendado. En sus vidas profesionales ustedes se encuentran frecuentemente en situaciones en que estos valores están en tención y deben de hacer decisiones practicas sobre inversión y administración. Aquí puede que sea bueno recordar los 3 principios presentes en el evangelio y en la enseñanza social de la Iglesia.

 

El primero es la centralidad de las personas individuales con sus habilidades, sus aspiraciones y sus problemas y dificultades. La iglesia siempre ha logrado hacer grandes cosas con mínimos recursos, como un recordatorio de que los resultados vienen de Dios y no de los hombres (cf. 2 Cor 4:7). Cuando un negocio se vuelve una “familia”, en la cual la administración está preocupada de que las condiciones de trabajo sirvan a la comunidad, los trabajadores se vuelven “fuente de enriquecimiento”. Se les alienta a poner sus talentos y habilidades al servicio del bien común, sabiendo que su dignidades y circunstancias son respectadas y no son simplemente explotados.

 

Ejercitando este discernimiento económico, las metas deben de ser siempre guiadas por el bien común. Este principio fundamental del pensamiento social Cristiano ilumina y, como un compás, dirige la responsabilidad del negocio, su investigación y tecnología y los servicios de control de calidad hacia la construcción de una sociedad más humana y fraternal que “haga los bienes del mundo más accesible a todos” (Evangelii Gaudium, 203). El principio del bien común apunta a que un crecimiento equitativo en el cual “las decisiones, programas, mecanismos y procesos están específicamente  dirigidas a una mejor distribución de la riqueza, la creación de fuentes de empleo y una promoción integral de los pobres que va más allá de una mentalidad de bienestar” (ibid, 204). De esta manera los horizontes se pueden agrandar para incluir a todo el mundo y fomentar una nueva mentalidad política y económica abierta a valores superiores. (cf, ibid., 205). La vocación de los líderes de negocios se convertirá en un “compromiso noble” en la manera en que está abierto a ser “desafiado por un mayor significado en la vida” (ibid., 203).

 

Finalmente, nunca debemos de perder de vista el valor moral y económico del trabajo, que es nuestra manera de cooperar con Dios en la “creación permanente”  que acelera la venida del Reino de Dios promoviendo la justicia y la caridad social y respetando las dos dimensiones de la persona humana, la individual y social. La noble vocación de los líderes de negocios será evidente en la medida en la que toda la actividad humana se convertirá en un testigo de la esperanza en el futuro y un incentivo para una mayor responsabilidad social y cuidado a través del uso de cada persona de sus talentos y habilidades de una manera sabia. Como la primera comunidad de apóstoles, que fueron elegidos para acompañar a Jesús en su camino, ustedes también, son llamados como ejecutivos Cristianos y líderes de negocios a tomar el camino de conversión y testimonio con el Señor, dejándolo inspirarnos y guiarnos a través del crecimiento de nuestro orden social contemporáneo.

 

Con buenos deseos de oración por el fruto de sus deliberaciones le pido a María, Madre de la Iglesia a sostenerlos en la esperanza y hacerlos dóciles en la apertura al Espíritu, para que así puedan ser efectivos instrumentos del Señor que constantemente “hago nuevas todas las cosas” (Rv 21:5). Les envío mi bendición y les pido por favor rezar por mí.

 

S.S. Papa Francisco.

Del Vaticano, 22 de noviembre de 2018.

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