Obispos, sacerdotes y líderes empresariales de 15 países de América Latina nos reunimos nuevamente, en el XIII Encuentro de Diálogo CELAM-UNIAPAC, tal como lo venimos haciendo hace casi 30 años, para discernir iluminados por el Espíritu y basados en el principio de gratuidad y la lógica del don, sobre el rol que le compete a la empresa en el siglo XXI para la construcción de la paz, en el centro de capacitación y retiro “El Refugio”, Monterrey, México.

En la región Latinoamericana y del Caribe se ha producido, en las últimas décadas, un incremento de violencia e inseguridad como resultado de múltiples causas, algunas difusas, en muchos casos interconectadas, generando efectos muy complejos sobre el desarrollo regional y global. El clima de desconfianza hacia las instituciones y de ruptura del tejido social es parte del impacto de este tipo de violencia que no deja innerte ni le resta responsabilidades al mundo de la empresa. En una sociedad en la que no reine la paz la empresa no puede ser exitosa.

Como cristianos no podemos quedar indiferentes, ya que la paz es un don de Dios, uno de los bienes más preciados de la humanidad, pero es también obra de los hombres. Por esta razón en un encuentro de diálogo fraterno, franco y objetivo, con nuestra inteligencia y creatividad, pero en particular, con nuestros corazones abiertos a los gritos del otro, nos abocamos en este Simposio a encontrar caminos posibles para la paz. Y abordamos este tema, desde la perspectiva de la empresa, usando la metodología del Ver, Juzgar y Actuar, a la luz de los documentos del Magisterio de la Iglesia,  en especial, las encíclicas Caritas in Veritate, Lumen Fidei y Laudato Si, la exhortación apostólica Evangelii Gaudium, el documento conclusivo de Aparecida y La Vocación del Líder Empresarial del Consejo Pontificio Justicia y Paz.

 

Acogiendo la invitación del papa Francisco a buscar nuevas formas de entender la economía y el progreso nos comprometemos:

 

Como dirigentes de empresa de UNIAPAC a:

 

  • Ejercer un liderazgo de servicio, con humildad y sobriedad en una dinámica trascendente y aplicando el principio de gratuidad. Sabemos que esto se logra sólo con una vida espiritual sólida y en una dinámica de diálogo y apertura a los demás.

 

  • Llevar la Enseñanza Social de la Iglesia a la empresa para que el objetivo de desarrollo económico y la creación de riqueza en los negocios se mantenga siempre en equilibrio, con un desarrollo humano integral y sostenible.

 

  • Contribuir a la formación de los dirigentes de empresa, con programas, herramientas y ejemplos de buenas prácticas empresariales, para que construyan culturas organizacionales inclusivas fundadas en el respeto irrestricto de la dignidad de la persona humana.

 

  • Ir más allá de los confines de la propia empresa, luchando contra la “globalización de la indiferencia”, a través de la creación de más oportunidades para que más personas participen de la economía y de sus beneficios.

 

  • Contribuir a mejorar la calidad de vida de los grupos de más bajos ingresos involucrándolos no sólo como consumidores sino también como productores para que aprovechen sus talentos y destrezas subutilizadas.

 

Como CELAM a:

 

  • Comprender mejor y valorar la contribución que pueden hacer las empresas como agentes sociales en la construcción de una sociedad más justa, próspera, solidaria y humana.

 

  • Acompañar pastoralmente a los dirigentes de empresa en su discernimiento ético que les permita orientar sus empresas a la búsqueda del bien común para que se transformen en verdaderos constructores de la paz.

 

  • Apoyarnos en las técnicas y profesionalismo propio de algunas empresas para algunos temas que lo requieran.

 

Obispos, sacerdotes y empresarios a:

 

  • Trabajar conjuntamente para desarrollar planes de acción concretos, en cada diócesis tendientes a la construcción de la paz en América Latina y el Caribe.

 

  • Acoger la invitación que nos hace el Papa Francisco a buscar nuevas formas de entender la economía y el progreso a través de instancias conjuntas de reflexión, diálogo y encuentro.

 

  • Trabajar conjuntamente en el combate al estigma de la corrupción y a una sociedad más abierta y transparente.

 

Imploramos a Nuestro Señor Jesucristo que nos envíe su Espíritu para que junto a nuestra Madre y Patrona de América Latina, la Santísima Virgen María de Guadalupe, pastores y líderes empresariales hagamos realidad estos compromisos y seamos dignos Hijos de Dios que trabajan por la paz.

Monterrey, 7 de mayo 2016.

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